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Se produjo un movimiento entre las figuras quietas. Apareció una mujer de túnica azul, cubierta por un velo.
Los ojos de la reina Sough mostraban una sugerencia de lágrimas.
¿Habéis venido con esto? preguntó indicando las espadas, los caballos, las armaduras . Nuestros
enemigos no están aquí.
Estarán pronto dijo Oone . Muy pronto, milady.
Todavía atónito, Elric miró tras él, como si pudiera ver a sus enemigos. Hizo un movimiento hacia la Perla en el
Corazón del Mundo, simplemente para admirar una maravilla. Inmediatamente, todas las figuras cobraron vida y le
bloquearon el paso.
¡La robaréis! exclamó el anciano, todavía más desdichado que antes, más impotente.
No dijo Oone , no es ése nuestro propósito. Tenéis que comprenderlo. Luego, habló con rapidez .
Raik Na Seem nos ha enviado para buscarla.
Está a salvo. Decidle que está a salvo.
No, no lo está. Pronto se disolverá. Oone volvió la mirada hacia la multitud susurrante . Está separada,
como lo estamos nosotros. Esta Perla es la causa.
Esto es un truco dijo la reina Sough.
Un truco repitió el herido Guerrero de la Perla de cuya garganta surgió un débil chasquido.
Un truco dijo el senescal tendiéndoles las bolsas de oro.
No hemos venido a robar nada. Hemos venido a defender. ¡Mirad! exclamó Oone, que hizo un movimiento
circular con la espada para mostrarles lo que, evidentemente, no habían visto.
Surgiendo a través de las paredes de la cámara, sosteniendo en las manos toda clase de armas imaginables,
aparecieron los guerreros encapuchados y tatuados de Quarzhasaat. Los Aventureros Brujos.
No podemos luchar contra ellos le dijo Elric serenamente a su amiga . Son demasiados.
Y se preparó para morir.
2
Destrucción en la Fortaleza
Oone montó de inmediato en su caballo plateado y levantó la espada, al tiempo que gritaba:
¡Elric, haced lo mismo que yo!
Y lanzó el caballo a medio galope, de modo que sus cascos repiquetearon como una tormenta en la cámara.
Preparado para morir con valor, incluso en un momento de aparente triunfo, Elric montó en la silla, tomó la
espada en la mano que sostenía las riendas, hizo oscilar la espada y se lanzó a la carga contra los invasores.
Sólo al verse rodeado de hachas, mazas, lanzas y espadas levantadas para atacarle, se dio cuenta de que la
acción de Oone no había sido dictada por la desesperación. Aquellas medio sombras se movían con lentitud, la
mirada de sus ojos era borrosa, se tambaleaban, y sus golpes eran débiles.
Ahora, la matanza le causó náuseas. Siguió el ejemplo de Oone y propinó mandobles y lanzazos de un lado a
otro, casi mecánicamente. Las cabezas se separaron de los cuerpos como frutas maduras, las extremidades
quedaron cortadas como hojas con un bastón, los torsos se hundieron bajo las embestidas de la espada o de la lanza.
La sangre viscosa, que ya era la sangre de los muertos, se pegaba a las armas y a la armadura, y los gritos de dolor
resonaron patéticos en los oídos de Elric. Si no hubiera jurado seguir a Oone, habría retrocedido para dejar que ella
sola continuara el trabajo. Corrían poco peligro, mientras que los hombres encapuchados seguían surgiendo por las
paredes, para encontrarse con el afilado acero y la astuta inteligencia.
Detrás de ellos, alrededor de la columna de la Perla, los cortesanos observaban el combate. Sin duda, no sabían
a qué mediocre amenaza se enfrentaban los dos guerreros de armaduras plateadas.
Finalmente, todo terminó. Los cuerpos decapitados y sin extremidades quedaron amontonados por toda la
cámara. Elric y Oone salieron de entre los cadáveres, con gestos ceñudos, sintiéndose desgraciados y con náuseas
ante sus propias acciones.
Ya está hecho dijo Oone . Los Aventureros Brujos han sido masacrados.
¡Sois verdaderos héroes! exclamó la reina Sough que bajó la escalera hacia ellos, con los ojos brillantes
por la admiración y los brazos extendidos.
Somos lo que somos dijo Oone . Luchadores mortales que hemos destruido la amenaza que se cernía
sobre la Fortaleza de la Perla.
Sus palabras habían adquirido un tono ritual y Elric, que seguía confiando en ella, se sintió contento de
escucharla.
Sois los hijos de Chamog Borm, hermano y hermana de la Luna del Hueso, hijos del Agua y de las Brisas
Frías, padres de los Árboles...
El senescal había dejado caer las bolsas de oro y su cuerpo se sacudía a causa de los sollozos. Lloraba de alivio
y de alegría. Elric se dio cuenta entonces de lo mucho que se parecía a Raik Na Seem.
Oone, que desmontó del caballo, fue abrazada por la reina Sough. Mientras tanto, un chasquido y un
movimiento de arrastre anunció la proximidad del Guerrero de la Perla.
Esto ya no es para mí dijo. Los ojos muertos de Alnac no expresaban más que resignación . Esto es para
la disolución...
Y tras decir estas palabras cayó hacia delante, sobre el suelo de mármol, con la armadura destrozada, las
extremidades extendidas, y ya no quedó carne alguna en él, sino sólo hueso, de modo que lo poco que quedó del
Guerrero de la Perla se parecía más a los restos incomestibles de un cangrejo, a la cena de un gigante del mar.
La reina Sough se adelantó hacia Elric con los brazos extendidos y ahora parecía mucho más pequeña que
cuando la vio por primera vez. La cabeza le llegaba apenas a la barbilla inclinada. Su abrazo fue cálido y se dio
cuenta de que ella también lloraba. Luego, el velo le cayó del rostro y vio que había perdido años, que era apenas
poco más que una niña.
Tras la reina Sough, lady Oone le sonreía al tiempo que una comprensión atónita le llenaba el cerebro.
Suavemente, tocó el rostro de la niña, los pliegues familiares de su cabello, y entonces contuvo repentinamente la
respiración.
Era Varadia. Era la Joven Santa de los baraudim. Era la niña cuyo espíritu habían prometido liberar. Oone se les
acercó y colocó una mano protectora sobre el hombro de Varadia.
Ahora sabéis que somos realmente vuestros amigos: [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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Se produjo un movimiento entre las figuras quietas. Apareció una mujer de túnica azul, cubierta por un velo.
Los ojos de la reina Sough mostraban una sugerencia de lágrimas.
¿Habéis venido con esto? preguntó indicando las espadas, los caballos, las armaduras . Nuestros
enemigos no están aquí.
Estarán pronto dijo Oone . Muy pronto, milady.
Todavía atónito, Elric miró tras él, como si pudiera ver a sus enemigos. Hizo un movimiento hacia la Perla en el
Corazón del Mundo, simplemente para admirar una maravilla. Inmediatamente, todas las figuras cobraron vida y le
bloquearon el paso.
¡La robaréis! exclamó el anciano, todavía más desdichado que antes, más impotente.
No dijo Oone , no es ése nuestro propósito. Tenéis que comprenderlo. Luego, habló con rapidez .
Raik Na Seem nos ha enviado para buscarla.
Está a salvo. Decidle que está a salvo.
No, no lo está. Pronto se disolverá. Oone volvió la mirada hacia la multitud susurrante . Está separada,
como lo estamos nosotros. Esta Perla es la causa.
Esto es un truco dijo la reina Sough.
Un truco repitió el herido Guerrero de la Perla de cuya garganta surgió un débil chasquido.
Un truco dijo el senescal tendiéndoles las bolsas de oro.
No hemos venido a robar nada. Hemos venido a defender. ¡Mirad! exclamó Oone, que hizo un movimiento
circular con la espada para mostrarles lo que, evidentemente, no habían visto.
Surgiendo a través de las paredes de la cámara, sosteniendo en las manos toda clase de armas imaginables,
aparecieron los guerreros encapuchados y tatuados de Quarzhasaat. Los Aventureros Brujos.
No podemos luchar contra ellos le dijo Elric serenamente a su amiga . Son demasiados.
Y se preparó para morir.
2
Destrucción en la Fortaleza
Oone montó de inmediato en su caballo plateado y levantó la espada, al tiempo que gritaba:
¡Elric, haced lo mismo que yo!
Y lanzó el caballo a medio galope, de modo que sus cascos repiquetearon como una tormenta en la cámara.
Preparado para morir con valor, incluso en un momento de aparente triunfo, Elric montó en la silla, tomó la
espada en la mano que sostenía las riendas, hizo oscilar la espada y se lanzó a la carga contra los invasores.
Sólo al verse rodeado de hachas, mazas, lanzas y espadas levantadas para atacarle, se dio cuenta de que la
acción de Oone no había sido dictada por la desesperación. Aquellas medio sombras se movían con lentitud, la
mirada de sus ojos era borrosa, se tambaleaban, y sus golpes eran débiles.
Ahora, la matanza le causó náuseas. Siguió el ejemplo de Oone y propinó mandobles y lanzazos de un lado a
otro, casi mecánicamente. Las cabezas se separaron de los cuerpos como frutas maduras, las extremidades
quedaron cortadas como hojas con un bastón, los torsos se hundieron bajo las embestidas de la espada o de la lanza.
La sangre viscosa, que ya era la sangre de los muertos, se pegaba a las armas y a la armadura, y los gritos de dolor
resonaron patéticos en los oídos de Elric. Si no hubiera jurado seguir a Oone, habría retrocedido para dejar que ella
sola continuara el trabajo. Corrían poco peligro, mientras que los hombres encapuchados seguían surgiendo por las
paredes, para encontrarse con el afilado acero y la astuta inteligencia.
Detrás de ellos, alrededor de la columna de la Perla, los cortesanos observaban el combate. Sin duda, no sabían
a qué mediocre amenaza se enfrentaban los dos guerreros de armaduras plateadas.
Finalmente, todo terminó. Los cuerpos decapitados y sin extremidades quedaron amontonados por toda la
cámara. Elric y Oone salieron de entre los cadáveres, con gestos ceñudos, sintiéndose desgraciados y con náuseas
ante sus propias acciones.
Ya está hecho dijo Oone . Los Aventureros Brujos han sido masacrados.
¡Sois verdaderos héroes! exclamó la reina Sough que bajó la escalera hacia ellos, con los ojos brillantes
por la admiración y los brazos extendidos.
Somos lo que somos dijo Oone . Luchadores mortales que hemos destruido la amenaza que se cernía
sobre la Fortaleza de la Perla.
Sus palabras habían adquirido un tono ritual y Elric, que seguía confiando en ella, se sintió contento de
escucharla.
Sois los hijos de Chamog Borm, hermano y hermana de la Luna del Hueso, hijos del Agua y de las Brisas
Frías, padres de los Árboles...
El senescal había dejado caer las bolsas de oro y su cuerpo se sacudía a causa de los sollozos. Lloraba de alivio
y de alegría. Elric se dio cuenta entonces de lo mucho que se parecía a Raik Na Seem.
Oone, que desmontó del caballo, fue abrazada por la reina Sough. Mientras tanto, un chasquido y un
movimiento de arrastre anunció la proximidad del Guerrero de la Perla.
Esto ya no es para mí dijo. Los ojos muertos de Alnac no expresaban más que resignación . Esto es para
la disolución...
Y tras decir estas palabras cayó hacia delante, sobre el suelo de mármol, con la armadura destrozada, las
extremidades extendidas, y ya no quedó carne alguna en él, sino sólo hueso, de modo que lo poco que quedó del
Guerrero de la Perla se parecía más a los restos incomestibles de un cangrejo, a la cena de un gigante del mar.
La reina Sough se adelantó hacia Elric con los brazos extendidos y ahora parecía mucho más pequeña que
cuando la vio por primera vez. La cabeza le llegaba apenas a la barbilla inclinada. Su abrazo fue cálido y se dio
cuenta de que ella también lloraba. Luego, el velo le cayó del rostro y vio que había perdido años, que era apenas
poco más que una niña.
Tras la reina Sough, lady Oone le sonreía al tiempo que una comprensión atónita le llenaba el cerebro.
Suavemente, tocó el rostro de la niña, los pliegues familiares de su cabello, y entonces contuvo repentinamente la
respiración.
Era Varadia. Era la Joven Santa de los baraudim. Era la niña cuyo espíritu habían prometido liberar. Oone se les
acercó y colocó una mano protectora sobre el hombro de Varadia.
Ahora sabéis que somos realmente vuestros amigos: [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]