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poco provecho hasta entonces por aquella causa había hecho; mas que él hacía promesa al
dicho maestro, diciendo: «yo os prometo de nunca faltar de oíros estos dos años, en cuanto
en Barcelona hallare pan y agua con que me pueda mantener». Y como hizo esta promesa
con harta eficacia, nunca más tuvo aquellas tentaciones. El dolor de estómago, que le tomó
en Manresa, por causa del cual tomó zapatos, le dejó, y se halló bien del estómago desque
partió para Hierusalem. Y por esta causa, estando en Barcelona estudiando, le vino deseo
de tornar a las penitencias pasadas; y así empezó hacer un agujero en las suelas de los
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zapatos. Ibalos ensanchando poco a poco, de modo que, cuando llegó el frío del invierno,
ya no traía sino la pieza de arriba.
56. Acabados dos años de estudiar, en los cuales, según le decían, había harto aprovechado,
le decía su maestro que ya podía oír artes, y que se fuese a Alcalá. Mas todavía él se hizo
examinar de un doctor en teología, el cual le aconsejó lo mismo: y ansí se partió solo para
Alcalá, aunque ya tenía algunos compañeros, según creo. Llegado a Alcalá empezó a
mendicar y vivir de limosnas. Y después, de allí a 10 ó 12 días que vivía desta manera, un
día un clérigo, y otros que estaban con él, viéndole pedir limosna, se empezaron a reír dél, y
decirle algunas injurias, como se suele hacer a estos que, siendo sanos, mendican. Y
pasando a este tiempo el que tenía cargo del hospital nuevo de Antezana, mostrando pesar
de aquello, le llamó, y le llevó para el hospital, en el cual le dió una cámara y todo el
necesario.
57. Estudió en Alcalá cuasi año y medio; y porque el año de 24o en la cuaresma llegó en
Barcelona en la cual estudió dos años, el año de 26 llegó Alcalá, y estudió términos de
Soto, y phísica de Alberto, y el Maestro de las Sentencias. Y estando en Alcalá se ejercitaba
en dar ejercicios espirituales, y en declarar la doctrina cristiana: y con esto se hacía fruto a
gloria de Dios. Y muchas personas hubo, que vinieron en harta noticia y gusto de cosas
espirituales; y otras tenían varias tentaciones: como era una que queriéndose disciplinar, no
lo podía hacer, como que le tuviesen la mano, y otras cosas símiles, que hacían rumores en
el pueblo, máxime por el mucho concurso que se hacía adonde quiera que él declaraba la
doctrina. Luego como allegó a Alcalá, tomó conoscimiento con D. Diego de Guía, el cual
estaba en casa de su hermano que hacía emprempta en Alcalá, y tenía bien el necesario; y
así le ayudaban con limosnas para mantener pobres, y tenía los tres compañeros del
pelegrino en su casa. Una vez, viniéndole a pedir limosna para algunas necesidades, dijo D.
Diego que no tenía dineros; mas abrióle una arca, en que tenía diversas cosas, y así le dió
paramentos de lechos de diversas colores, y ciertos candeleros, y otras cosas semejantes, las
cuales todas, envueltas en una sábana, el pelegrino se puso sobre las espaldas, y fue a
remediar los pobres. Acordarme he del temor que el mismo pasó una noche.
58. Como arriba está dicho, había grande rumor por toda aquella tierra de las cosas que se
hacían en Alcalá, y quién decía de una manera, y quién de otra. Y llegó la cosa hasta
Toledo a los inquisidores; los cuales venidos Alcalá, fue avisado el pelegrino por el
huésped dellos, diciéndole que les llamaban los ensayalados, y creo que alumbrados; y que
habían de hacer carnicería en ellos. Y ansí empezaron luego hacer pesquisa y proceso de su
vida, y al fin se volvieron a Toledo sin llamarles, habiendo venido por aquel solo efecto; y
dejaron el proceso al vicario Figueroa, que agora está con el emperador. El cual de ahí
algunos días les llamó y les dijo cómo se había hecho pesquisa y proceso de su vida por los
inquisidores, y que no se hallaba ningún error en su doctrina ni en su vida, y que por tanto
podían hacer lo mismo que hacían sin ningún impedimento. Mas no siendo ellos religiosos,
no parescía bien andar todos de un hábito; que sería bien, y se lo mandaba, que los dos,
mostrando el pelegrino y Artiaga, tiñesen sus ropas de negro; y los otros dos, Calisto y
Cáceres, las tiñesen de leonado; y Juanico, que era mancebo francés, podría quedar así.
59. El pelegrino dice que harán lo que les es mandado. Mas no sé, dice, qué provecho hacen
estas inquisiciones: que a uno tal no le quiso dar un sacerdote el otro día el sacramento
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porque se comulga cada ocho días, y a mí me hacían dificultad. Nosotros queríamos saber
si nos han hallado alguna heresía. «No, dice Figueroa, que si la hallaran, os quemaran».
«También os quemaran a vos, dice el pelegrino, si os hallaran heresía». Tiñen sus vestes,
como les es mandado, y de ahí a 15 ó 20 días le manda el Figueroa al peregrino que no
ande descalzo, mas que se calce; y él lo hace así quietamente, como en todas las cosas de
esa cualidad que le mandaban. De ahí a 4 meses el mismo Figueroa tornó a hacer pesquisa
sobre ellos; y, ultra de las sólitas causas, creo que fuese también alguna ocasión, que una
muger casada y de cualidad tenía especial devoción al peregrino; y, por no ser vista, venía
cubierta, como suelen en Alcalá de Henares, entre dos luces, a la mañana, al hospital; y [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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poco provecho hasta entonces por aquella causa había hecho; mas que él hacía promesa al
dicho maestro, diciendo: «yo os prometo de nunca faltar de oíros estos dos años, en cuanto
en Barcelona hallare pan y agua con que me pueda mantener». Y como hizo esta promesa
con harta eficacia, nunca más tuvo aquellas tentaciones. El dolor de estómago, que le tomó
en Manresa, por causa del cual tomó zapatos, le dejó, y se halló bien del estómago desque
partió para Hierusalem. Y por esta causa, estando en Barcelona estudiando, le vino deseo
de tornar a las penitencias pasadas; y así empezó hacer un agujero en las suelas de los
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zapatos. Ibalos ensanchando poco a poco, de modo que, cuando llegó el frío del invierno,
ya no traía sino la pieza de arriba.
56. Acabados dos años de estudiar, en los cuales, según le decían, había harto aprovechado,
le decía su maestro que ya podía oír artes, y que se fuese a Alcalá. Mas todavía él se hizo
examinar de un doctor en teología, el cual le aconsejó lo mismo: y ansí se partió solo para
Alcalá, aunque ya tenía algunos compañeros, según creo. Llegado a Alcalá empezó a
mendicar y vivir de limosnas. Y después, de allí a 10 ó 12 días que vivía desta manera, un
día un clérigo, y otros que estaban con él, viéndole pedir limosna, se empezaron a reír dél, y
decirle algunas injurias, como se suele hacer a estos que, siendo sanos, mendican. Y
pasando a este tiempo el que tenía cargo del hospital nuevo de Antezana, mostrando pesar
de aquello, le llamó, y le llevó para el hospital, en el cual le dió una cámara y todo el
necesario.
57. Estudió en Alcalá cuasi año y medio; y porque el año de 24o en la cuaresma llegó en
Barcelona en la cual estudió dos años, el año de 26 llegó Alcalá, y estudió términos de
Soto, y phísica de Alberto, y el Maestro de las Sentencias. Y estando en Alcalá se ejercitaba
en dar ejercicios espirituales, y en declarar la doctrina cristiana: y con esto se hacía fruto a
gloria de Dios. Y muchas personas hubo, que vinieron en harta noticia y gusto de cosas
espirituales; y otras tenían varias tentaciones: como era una que queriéndose disciplinar, no
lo podía hacer, como que le tuviesen la mano, y otras cosas símiles, que hacían rumores en
el pueblo, máxime por el mucho concurso que se hacía adonde quiera que él declaraba la
doctrina. Luego como allegó a Alcalá, tomó conoscimiento con D. Diego de Guía, el cual
estaba en casa de su hermano que hacía emprempta en Alcalá, y tenía bien el necesario; y
así le ayudaban con limosnas para mantener pobres, y tenía los tres compañeros del
pelegrino en su casa. Una vez, viniéndole a pedir limosna para algunas necesidades, dijo D.
Diego que no tenía dineros; mas abrióle una arca, en que tenía diversas cosas, y así le dió
paramentos de lechos de diversas colores, y ciertos candeleros, y otras cosas semejantes, las
cuales todas, envueltas en una sábana, el pelegrino se puso sobre las espaldas, y fue a
remediar los pobres. Acordarme he del temor que el mismo pasó una noche.
58. Como arriba está dicho, había grande rumor por toda aquella tierra de las cosas que se
hacían en Alcalá, y quién decía de una manera, y quién de otra. Y llegó la cosa hasta
Toledo a los inquisidores; los cuales venidos Alcalá, fue avisado el pelegrino por el
huésped dellos, diciéndole que les llamaban los ensayalados, y creo que alumbrados; y que
habían de hacer carnicería en ellos. Y ansí empezaron luego hacer pesquisa y proceso de su
vida, y al fin se volvieron a Toledo sin llamarles, habiendo venido por aquel solo efecto; y
dejaron el proceso al vicario Figueroa, que agora está con el emperador. El cual de ahí
algunos días les llamó y les dijo cómo se había hecho pesquisa y proceso de su vida por los
inquisidores, y que no se hallaba ningún error en su doctrina ni en su vida, y que por tanto
podían hacer lo mismo que hacían sin ningún impedimento. Mas no siendo ellos religiosos,
no parescía bien andar todos de un hábito; que sería bien, y se lo mandaba, que los dos,
mostrando el pelegrino y Artiaga, tiñesen sus ropas de negro; y los otros dos, Calisto y
Cáceres, las tiñesen de leonado; y Juanico, que era mancebo francés, podría quedar así.
59. El pelegrino dice que harán lo que les es mandado. Mas no sé, dice, qué provecho hacen
estas inquisiciones: que a uno tal no le quiso dar un sacerdote el otro día el sacramento
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porque se comulga cada ocho días, y a mí me hacían dificultad. Nosotros queríamos saber
si nos han hallado alguna heresía. «No, dice Figueroa, que si la hallaran, os quemaran».
«También os quemaran a vos, dice el pelegrino, si os hallaran heresía». Tiñen sus vestes,
como les es mandado, y de ahí a 15 ó 20 días le manda el Figueroa al peregrino que no
ande descalzo, mas que se calce; y él lo hace así quietamente, como en todas las cosas de
esa cualidad que le mandaban. De ahí a 4 meses el mismo Figueroa tornó a hacer pesquisa
sobre ellos; y, ultra de las sólitas causas, creo que fuese también alguna ocasión, que una
muger casada y de cualidad tenía especial devoción al peregrino; y, por no ser vista, venía
cubierta, como suelen en Alcalá de Henares, entre dos luces, a la mañana, al hospital; y [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]